Gallofos, los migrantes de la Edad Moderna
Hoy día tenemos un Camino de Santiago rebosante de turistas, con mochila y maleta, circulando por las muchas trazas que conducen a Compostela, un río de oro prácticamente, pero no siempre fue así. Con el paso de la Edad Media a la Edad Moderna muchas cosas cambiaron y una de ellas fueron las peregrinaciones al Sepulcro de Santiago.
Se fue haciendo progresivamente más y más caro de mantener.
Cada verano miles y miles de migrantes atravesaban por Cataluña, Aragón y Navarra los Pirineos para dirigirse a Galicia. Se pasaban un mes o dos circulando por aquí y por allá a mesa puesta y lecho caliente. Hasta que la situación se hizo insoportable.
Las continuas victorias de los Tercios españoles contra los franceses y en territorio francés había empobrecido al país vecino y cada año miles de ellos pasaban la raya, desarmados, para comer la sopa boba y vivir del cuento de ser... peregrinos.
Gallofo dicen que viene del latín galli offa, bocado para el peregrino. Pues ya existía la figura del peregrino en tiempos del Imperio Romano y antes de la aparición del Cristianismo. Y también de una verdura con la que se hacía una sopa para ofrecerles un tentempié, pero en los tiempos de los Austria se convirtió en un insulto, muy despectivo, hacia los extranjeros. Por cada 5 aristócratas ricachones, obispos y demás, llegaban 5.000 mendigos que arramblaban con todo.
Se distinguían con sus conchas de vieira del Canal de la Mancha colgadas del sombrero o los ropajes, a las lanzas les quitaban la punta y colocaban en cambio un gancho con el cual tirar al suelo toda la fruta que pillaban por el camino.
De los amables Francos de los tiempos de don Alfonso el Bravo y su hija doña Urraca la Temeraria se había pasado a los Gallofos. Entraban en España pidiendo el oro y el moro a cuenta de La Caridad Cristiana y la Acogida Católica, se pasaban un mes o dos dando vueltas por diferentes rutas, a conciencia, despacito, pernoctando incluso varios días en el mismo lugar, disfrutando del Hospital para peregrinos de la localidad, pero cuando volvían a Francia, nada más pasar Irún y el crucero de Gibraltar, que por algo se llamaba así, hacían carreras y largas marchas para regresar a sus hogares, pues en tierra de galos no les daban ni pasto para hacerse un lecho donde dormir, y que se los comieran los chinches, tan abundantes en aquella tierra.
La situación llegó a un punto, sobre el año 1575, que ya clamaba al cielo. En algún archivo provincial se conservan cartas como una dirigida por el alcalde de Compostela, en nombre de otros muchos lugares del Reino de Galicia, al alcalde de León, para que él, por ser Regidor de la ciudad cabeza del Reino de León, se entrevistase o consiguiese que le dieran carta en mano al rey don Felipe II. Y ponerle al tanto de la situación.
Que para mantener los hospitales y la gran cantidad de peregrinos no paran de tener que subir los impuestos a los vecinos y se están empobreciendo a ojos vistas, de manera imparable.
De aquella época quedó el refrán Por la caridad nos entró la peste.
No se si el alcalde de León llegó a entrevistarse con el rey pero lo cierto es que aquel año don Felipe II decretó la bancarrota de su corona, una quiebra de proporciones bíblicas, y al año siguiente no había dinero ni para pagar a los funcionarios españoles. Los gallofos... que se pagaran lo que comieran y los mendigos eran perseguidos por las Hermandades Armadas para echarlos a palos de los reinos de España.
Yo he recorrido España a cuenta del Camino de Santiago durante años y por diferentes rutas, y sí, he tenido episodios de escasez, de pérdida, he sido invitado a cenar en casas de personas que no me conocían de nada, incluso a dormir en una buena cama, lejos del albergue y sus chinches franceses o los ronquidos de los portugueses. Eso es una cosa y otra el ir de gallofo por la vida, hacerse el pobre y que me lo den todo frito y migado.
Migrantes, y digo bien pues esa es la condición del peregrino, son los van hasta un lugar, paran allí un tiempo y regresan a su tierra. Migran, como hacen las cigüeñas y las golondrinas. Otra cosa es lo que tenemos hoy día, que nos hemos vuelto a llenar de gallofos, pero venidos de otro continente, y nada de ir a dar el abrazo al Apóstol, Patrón de nuestros reinos. Nada de eso, son pura y simplemente gallofos, y hay que buscarles hotel nada más que llegan. A ver cuanto tarda en decretar bancarrota el rey don Felipe VI.