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Para discurrir. Los Cinicos.

 


Sobre los últimos sabios griegos: los cínicos.

La propuesta del filósofo cínico de rechazar la civilización por todo lo que tiene de artificioso es plausible, pero solo hasta cierto punto, (que cada cual ha fijar)

Está bien la apuesta cínica por la independencia y excelencia personal; pero a los cínicos les sobraba histrionismo y exhibicionismo. Antístenes anteponía a todo el cuidado del alma; despreciaba las clases sociales o intelectuales, o cualquier otra distinción; pues la nobleza del alma, afirmaba, está desligada de cualquier clasificación humana.

La verdadera riqueza es la del alma y prefiere el delirio al placer; elogiando el esfuerzo como camino que lleva a la virtud. Por lo aspero se asciende al cielo.

Entre voluptuosidad y virtud elige esta última; un vida sin grandes riquezas, moderada y austera, pero sin vivir en la miseria o mendigar; vestía barato y era frugal, pero no despreciaba acudir a un banquete si era invitado. Apreciaba la educación y criticaba la demagogia.

El sabio, dirá, se basta a sí mismo para ser feliz, pues solo depende de su propio saber y virtud. Insiste en la autarquía individual frente a la inconstante fortuna y la colectividad inconsciente.

El sabio vivirá no de acuerdo con las leyes establecidas o buscando la popularidad sino de acuerdo con la virtud. Se guiará por su propia razón y no por opiniones ajenas.

Frente a la norma general y social: la paradoja personal, e incluso es preferible la adoxía (ausencia total de fama) La impopularidad puede ser un excelente test de virtud, en un sabio. Pero la virtud se expresa mediante los hechos; la sabiduría ha de ser práctica, y el conocimiento mas necesario es el de desaprender los vicios.



El héroe de Antístenes fue Heracles; tan solo armado de la piel de la razón y la maza de la filosofía; atendiendo siempre a lo que está por encima del hombre para así captar el valor de lo humano.



También, Odiseo, el héroe humano, con su virtud moral frente a fuerza física, reflexión a coraje, filantropía a egoísmo, desprecio de la norma general frente a la sed insaciable de fama de sus compañeros en Troya.

La educación es para el alma como la gimnasia para el cuerpo; pero hay que escribir los conocimientos en el alma y no en cuadernos.

Antístenes llegará a afirmar que “por convención hay muchos dioses pero por naturaleza hay uno solo. Este Dios único no se parece a nada, y nada podemos saber de Él por medio de imágenes”.



Otro sabio cínico, Diógenes de Sínope llevará las fértiles ideas de Antístenes hasta el exabrupto y el exhibicionismo más doloso; siempre burlón de los burgueses coetáneos, que disfrutaban ufanos de las conquistas y hallazgos de otros. Se declaraba, de entrada, cosmopolita; manteniéndose siempre al margen de toda disputa política.

El sabio se emancipa del político (tipo Pericles o Alejandro Magno) y da la espalda al principio del poder, la ambición, y la fama. Sin embargo, Diógenes, tan preocupado por encontrar una ética natural, evitó constantemente hacer algo por el bien común.



No encontraba hombres sobresalientes y el propio Alejandro le parecía pura doxá (matrix diría hoy día)

Intentó ser genial y terminó loco perdido. Tan solo hablaba en sus últimos días con sus amigos: los perros.

Diógenes murió, según dicen, por comer pulpo crudo (hasta la cocina había llevado su rechazo de todo lo convencional)

¿Qué se puede aprender de ellos en nuestros días? Amar a los perros callejeros está bien, pero no vivir como ellos, digo yo. ¿Usted qué opina?


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