Una recopilación de cuentos y relatos que publiqué en el año 2014 como muestra de mi ingenio particular.
Milagro en Benarés, el cuento que elegí para abrir boca, es producto de mi admiración por las culturas orientales, en este caso hindú y tibetana; en él puse, con el sentido del humor que tengo, casi todo cuanto sabía sobre esos temas que nos parecen tan exotéricos, espirituales, visionarios.
He tenido buenos "profesores" y nunca confundo el karma (vehículo de transporte) con el dharma (territorio por el que te mueves) Las creencias de las gentes son asunto suyo, no mío; hay mucho engaño aún en nuestros días.
Con Estrambóticos paracélticos, (unos alquimistas gallegos) me explayé sobre la Gran Obra, y como la comprendían en los tiempos del rey Don Carlos II, el hechizado. Muy interesante este tema; y también hay mucha confusión al respecto en nuestros días.
Toco otros temas en diferentes cuentos; con Nosotros, los tetitas me voy hacia el origen del actual ser humano, los que andamos por la calle.
Al escribir Las dos hijas del rey Alfonso comencé a pisar por un camino ya muy trillado: la novela histórica o con base histórica; así pues me reduje a una anécdota, real, por increíble que parezca sucedió así, en los tiempos de Don Alfonso el bravo, rey de León, y dos de sus hijas. El que reconquistó Toledo.
Pero aún me fui más atrás: a los tiempos de la Alta Edad Media Europea con Gundemaro, el último conde suevo. La base de este relato son recuerdos de un cuento o romance sobre un conde Gundemaro que escuché, allá por los años 70, a un abuelo en el pueblo de Aviados, provincia de León.
Fue interesantísimo escribir este relato, ¡no había nada sobre Los Suevos en aquellos días!
Lo primero que descubrí es que Gundemaro ¡era un nombre de godo! Pero, entonces, ¿quienes eran Los Suevos? Los Alemanes, que les decimos.
Viajes a Galicia, infructuosos, al Museo Arqueológico Nacional, vuelta de nuevo a Galicia, ¡nada!
Nuevo viaje al Arqueológio Nacional y ya tenían una moneda de un rey alemán y se hablaba, de pasada, de Los Suevos. Como si hubieran sido una anécdota más de la invasión y reinado posterior de Los Visigodos.
Finalmente de Portugal, ¡menos mal que nos queda Portugal! Me llegó la información que necesitaba para llevar a cabo este relato. Lo podía haber alargado y sacar una novela al uso pero estaba por lo conciso y otros cuentos fantásticos llamaban a la puerta.
Whats App, una historia digital surgió observando lo que a mí me parece una adicción: al teléfono móvil y sus aplicaciones; ya en 2013 me parecía que nos estábamos enganchando sin remedio al aparatito y sus redes de comunicaciones. Le eché humor al asunto e hice bien pues lo que observo en estos días es un contínuo espanto.
En la versión digital se pueden ver los emojis y comprender mejor el sentido del cuento.
Hay mucho más en este libro, de nuevo me salió el ramal distópico y escribí un relato pavoroso: Cuando nos quedamos sin red.
Y yo sin sentido del humor, ya me olía yo que nos estaban preparando la engatada, alguna gorda, los infames federados. Y saltó la liebre en el 2019, y lo seguimos padeciendo pues andamos como los topos.
En fin, disfruten con la lectura de estos cuentos que para nada han perdido su frescura.
Por cierto, me han preguntado sobre la imagen de la portada del libro. Es un mosaico, maravilloso, que ilumina la estación término de Oporto representando a las tropas de los condes Hermenegildo y Recafredo cuando recuperan Porto Cale para los cristianos y la ciudad pasa a formar parte del Reino de Oviedo, que regía por entonces Don Ordoño, el gotoso.
¡Tenía que escribir sobre ellos!
Y así nacería Ramiro y El Hazo, pero de ese libro ya os comentaré en otra ocasión.