Están a los posos, y desplumados
Hola amigos, seguimos en la brecha; no desanimarse.
El vino viejo decanta posos que se han de quedar en el culo de la botella, esto es algo bien sabido. Pero... ¿y los humanos? ¿Qué ocurre cuando nos decantan, vacían.
¿Qué podríamos decir que poseemos en nuestros últimos días y después en el más allá? En el “otro barrio”. ¿Alguien lo sabe a ciencia cierta?
Yo es que me siento últimamente mas pesado, y reposado. También acalorado, ¿y usted?
La gallina de Diógenes y el gallo de Morón.
Sostenemos ideas absurdas tan solo por que las mantienen unos individuos que creemos que tienen “Autoridad”. Ni se nos pasa por la cabeza el revelarnos.
Un ejemplo: pasaba un día el sabio Diógenes junto a la Academia de Platón y le escuchó decir, pues hablaba en voz alta para sus discípulos, que el hombre es un bípedo implume.
Sí; ni corto ni perezoso el perro de Diógenes robó una gallina en una finca cercana y fue y la tiró por encima de la tapia de la Academia gritando: ¡Toma, hombre, para que no duermas solo!
Una nube de plumas cayó sobre Platón y su soberbia; cuando, segundos después descubrió quién se la había tirado tuvo que mantenerse callado.
Tenía delante a un tipo al que le importaba un pimiento su Academia y su pretendido conocimiento. No podía mantener Platón un justo encono contra Diógenes por su burla al haberle oído rebajar a los seres humanos al grado de gallos y gallinas; él lo hacía a diario al grado de perros y perras.
Ya no quedan tipos como Diógenes, desafiantes con los tontorolos que tenemos por “expertos”.
Y así les va, a los que van por la vida siguiendo sus consignas.
Necesitamos ser decantados cada poco, oxigenarnos, salir a dar una vuelta por el campo. O mejor aún: viajar a lugares lejanos; aunque nos dejen como al gallo de Morón: desplumados al pagar las cuentas. Cacareando quejas.
Pero eso sí: andar todos bien erguidos, sacando pecho y mostrando vuestro lustroso pin de la infame Agenda A.