El viaje de Anitac, de Hervé Duvernoy
Es una Novelita publicada en el
año 1979 como ganadora del premio Julio Verne que otorgaba la
Editorial Álvarez Esbec, de Zaragoza. Aunque en las bases del
concurso se estipula que la obra ganadora será publicada con el
nombre auténtico del autor me da la impresión de que este Hervé es
un seudónimo, pues no he encontrado nada de su vida ni de su obra
aparte de este viaje.
Para la inmensa mayoría de los
seres humanos los extraterrestres no existen.
Buen comienzo, ¿verdad? Para un relato
fantástico, o de ciencia ficción.
Es ciencia ficción sui géneris, no
vaya usted a pensar que va de política y adulterios variados como
casi todo lo que rellena las librerías.
Un habitante, entre muchos, del
¿Pluriverso? Por nosotros ignorados, se viene a dar una vuelta por
este mundo. Se llama Anitac y es la simpleza personificada.
Sorax es un pequeño planeta y
chaparros y flacuchos sus habitantes: los Sorexitas, que tienen alma
propia, individual, de origen divino, y llevan generaciones siendo
instruidos por los Hijos de La Luz, sociedad intergaláctica.
Cuatro hermanos son captados para un
viaje extraordinario que les llevará desde su apacible mundo hasta
otro completamente ¡salvaje! No serán los únicos; otros seres de
otros mundos les acompañarán en el viaje. Se dirigen a un planeta
llamado La Tierra, poblado por razas inteligentes, esto es lo
sorprendente, llegadas de muchos otros mundos de la galaxia.
Como se hacen tantas guerras han
llegado a producir bombas atómicas y no tienen complejo alguno en
tirárselas los unos a los otros.
Antes de llegar a La Tierra tendrán
que pasar por el planeta Hercóbulus, donde habitan los llamados
Azotes del Mal. Procurando no rozar con ellos se dirigen
primero a la luna Ganímedes del planeta Júpiter.
Más tarde se acercarán a la luna
Selenius, una gran base artificial llena de instalaciones secretas, y
después irán bajando a La Tierra. Y continúa en ese plan hasta el
catastrófico final.
Bueno, como novela es poquita cosa para
mi gusto. Más parece un compendio de información sobre
avistamientos y contactos con los platilleros y las ideas que al
autor se le fueron ocurriendo sobre la marcha. Fue publicada en 1979
y se le nota la antigüedad; queda como testimonio de aquellos años
y gentes obsesionadas con los platillos volantes y sus posibles
tripulantes.
Incluso menciona a los Ummo, pero como
malos, malísimos..., en cambio los pequeños cabezones son buenos,
buenísimos...
En fin, una rareza más de mi
biblioteca personal.