Evolucionar sí pero cómo


Evolucionar, sí, ¿pero cómo?


Hola amigos, me voy a llevar la palma como no entendáis esto que sigue:

Evolucionar, desde mi punto de vista, no consiste en llegar a tener un cabezón más grande, o unos dientes más pequeños, sino en tener una conciencia más amplia y compleja.

No les estoy vendiendo un producto, una mercancía, y mis libros los regalo en promociones gratuitas.

¿No ve por dónde voy?

Tal vez tenga los ojos llenos de grisor.

¿Vista nublada, cansada, rayada, moteada?

Debería yo sacar más punta al lapicero.

Cuando les hablo de que puede haber en su interior algo más allá de lo carnal, y que puede salir fuera del cuerpo no les quiero mandar a un lugar indeterminado, atemporal, con una niebla que impide ver un burro a tres pasos.



Si le ocurriese algo así recuerde esto siempre: de perdidos al río. ¡Sí!

Siga el curso del agua, la conciencia, y le indicará a dónde quiere ir usted. Siga al agua y siempre encontrará gente. ¡Se lo dice un montañero! De cuántas no me habrá sacado un sencillo reguero...

Si sale usted a lo loco, sin ton ni son, puede ir a parar al negro helor del espacio galáctico, ¡brummm!



Así que mejor: ¡vayamos al centro de este asunto! ¿Qué hacemos nosotros aquí?

¿Alguno me lo puede explicar?

Los Neandertales tenían una cabeza más grande y un cerebro más complejo que nosotros, no eran unos bestias que se pasaban la vida matando mamuts. Existieron por cientos de miles de años.



Es difícil afrontar este asunto pues normalmente somos más emocionales que sentimentales, y entonces discurrimos con el ombligo. Yo no saco más que pelusa de ese rincón, ¿y usted?

Hay cosas que tenemos que llevarlas por el libro.

La evolución biológica avanza a través de millares, qué digo: de millones de formas para adaptarse a entornos continuamente cambiantes, en este mundo y en todo el universo.

Nunca se ponen todos los huevos en un mismo cesto, esto me lo enseñaron mis abuelas.

La vida funciona así. Estamos en un proceso de cambio, no solo climático, y sobrevivirán los que más rápido se adapten a las nuevas circunstancias. Creer que esto va a seguir tal cual en los años venideros es una opción equivocada.



Estoy machacón con lo de la Matriz 3D, pero es que no se explicarlo mejor.

El clima de nuestros días no es el de cuando yo era niño, y cada década que pasa veo que nieva menos. Y el que no lo quiera ver pues... que siga jugando al escondite inglés.

Estamos como encajados en unas ideas muy antiguas, de hace miles de años, cuando los reyes de Egipto se cubrían de oro para simular una apariencia que ellos no tenían, pues eran simples mortales de este mundo, y ocurre que en cualquier momento este mundo nuestro puede comenzar a crujir y desmoronarse.

¿Usted escucha algo? Gruñidos, chirridos, cosas así...

Una ominosa nocturnidad sigue asolando la humanidad, y la gente sigue dormida mientras la conducen como un rebaño al matadero.

Serán cosas de la evolución, que ya nos toca desaparecer. Pues aquí tan solo vale quien sirve.


Hasta la próxima amigos, disfrutar de la semana limonera.





El oro y la evolución humana


El oro y la evolución humana.


¿Qué tal paisanos? ¿A limonadas andamos? Sigo con el tema evolutivo.

¿Recuerdan lo que les conté de la evolución estelar? La tabla periódica de elementos químicos no para de crecer. Pero... ¡qué hedor extraño desprende eso que llamamos Luna! ¿Verdad?



¿Y nosotros? Los minúsculos, a su lado, seres humanos, biológicos y todo eso, ¿hasta dónde podemos llegar evolucionando? Pues si en todo ha de haber un orden y un límite: ¿Cuál es el sentido y límite de los seres vivos en este mundo?

Hasta el elemento químico que llamamos oro podríamos llegar, pues más allá está el plomo que nos resulta venenoso a todas las formas de vida de este planeta.

Nuestra biología tiene esa limitación y por ello nos dañan tanto las radiaciones, especialmente las ionizantes.



Nosotros tenemos algo de hierro en la sangre y músculos, tenemos nuestro electromagnetismo particular, pero mejor no meter los dedos en un enchufe, ¿de acuerdo?

Los alquimistas jugaron durante siglos con el oro para intentar conseguir medicinas, pero no resultó pues nuestro cuerpo tan solo acepta cantidades ínfimas de ese mineral.



He leído algo sobre lo que denominan oro mono-atómico, una cosa rara, que se ha encontrado en tumbas de reyes de Egipto como ofrenda, en alimentos para los dioses. Pero para los humanos de este mundo no es factible como algo comestible; no lo digerimos ni asimilamos.

Los egipcios de ciertas dinastías hacían un “pan de oro” moliendo el material y añadiendo ciertas cantidades para sus reyes. Pero es que Osiris y compañía no eran de este mundo...

De todos modos algo raro debió ocurrir en aquella época pues la gente se puso como loca a buscar oro y cargar con él Nilo arriba y abajo.

Cuanto más rico y poderoso el personaje más oro cargaba encima en todo tipo de abalorios, coronas y demás cachivaches. Para parecerse a los señores de las estrellas.

Y ese modo de proceder se extendió desde Egipto a todas partes. No solo los reyes y sus palacios, también los templos se llenaron de oro, o plata en su defecto.

Actualmente el oro se utiliza en ingeniería, electrónica de alta precisión y microinformática, por sus buenas cualidades en la transmisión de la energía y la información. En cierto modo se puede decir que vivimos en La Edad de Oro, ¡sí!

Piénselo cada vez que utilice su teléfono u ordenador.



¿Se puede ir más allá del oro?

¡Hacia La Luz!

Pero entonces nos vamos saliendo de lo biológico. A lo electromagnético. Sí.

Un ejemplo: la fibra óptica. Tiene cualidades muy superiores al oro mas puro pues puede transmitir con un menor gasto de energía y de pérdidas de información. Es uno de esos “inventos causales” que han ido cambiando nuestra civilización a pasos agigantados.

Y más modernamente otro “invento causal” está produciendo cambios aún más acelerados, pero no quiero sacarle punta al lapicero y largar velas mientras no tornen los vientos.

Pensar en este asunto me produce sopor, y yo no estoy por esa labor.

Mejor me apuntaría a una academia de bailes de salón y aprender a bailar Rigodón con mi esposa.

Que hay que saber nadar y guardar la ropa...


Hasta la próxima, amigos.




La Autopista de la Eternidad, de Clifford D. Simak

 


La Autopista de la Eternidad, de Clifford D. Simak


El gran maestro de la ciencia ficción Clifford D. Simak nos asombró, allá por el año 1986, con otra de sus prodigiosas novelas: La Autopista de la Eternidad.

Corcorán, uno de los protagonistas, descubre que en su hotel hay una suite ¡invisible!, y en ella ha desaparecido uno de sus clientes. Así pues llama a su amigo Tom Boone, el tipo que “dobla las esquinas” para que investigue el asunto.

El tipo, Tom, ata fragmentos de información serpenteante logrando ideas que desafían todo pensamiento en línea recta. Intuye instantáneamente.

Pero se tendrá que enfrentar a misteriosas desapariciones. Hay problemas: anomalías direccionales en un lugar secreto de las vías temporales: Hopking Acre.

Allí está Harry, un “muchacho” que puede cambiar de una densidad pesada a otra más sutil y así ¡atravesar las paredes! Esto hace que a las gentes de los pueblos cercanos les parezca un fantasma.

La pareja de yankis, Boone y Corcoran, han ido a parar a una finca rustica de la campiña inglesa del siglo XVIII que vive inmersa en una ¡burbuja temporal!.

Esta gente se oculta de unos seres llamados Los Infinitos, que constantemente les invitaban a pasar de ser seres carnales a puramente mentales... así que huyeron al pasado.

Cuando Tom Boone intenta, por el ataque de un robot monstruoso, escapar fuera del tiempo lineal en el que viven se encuentra con un ¿lugar?, donde una intensa niebla le impide ver más allá de sus manos.

Hace otro salto temporal y va a parar a la Norteamérica anterior a la llegada de los seres humanos, y se verá acompañado por un monstruo telépata en aquellas inmensas soledades. Lo rechaza.

Aparecen nuevos protagonistas: El Lobo y El Sombrero.

Suceden, una tras otra, aventuras que desafían nuestra idea del tiempo y el espacio.

Encuentran a un anciano explorador que tan solo habla con las piedras y los árboles; los humanos le aburren...

Corcoran por su parte tiene también su aventura espacio-temporal y, por supuesto, decide no aceptar los cantos de sirena de la I. A. que después de intentar asesinarle se le ofrece como consejera.

Salta también al tiempo-espacio al albur de la casualidad.

Dando saltos y más saltos Boone y El Lobo, un lobo auténtico, prehistórico, van a parar a La Autopista de la Eternidad.



Otra maravillosa historia de Simak con un final a la vez feliz e inquietante.

¿Llegará alguna I. A. a fundar un nuevo culto, religión, en el futuro cercano?


Aprovechemos el tiempo para aprender de una conciencia alienígena

Aprovechemos el tiempo para aprender de una conciencia alienígena Seguimos a vueltas con el extraño “cometa” que en estos días está entran...