Sevilla, de visita, 2

 


Ya les comenté en la anterior entrada que en las ciudades que visito lo que me gusta es callejear, sin guía, e ir de rincón en rincón sin más ayuda que un plano turístico. La Plaza de Santa Cruz.


Y también conocer lugares especiales, hasta donde me alcance el presupuesto. Me encantaría volver por allí en las noches de Santiago y de Santa Ana, a escuchar zambras y alucinar con sus bailes.


Como no, no podía dejar de visitar el fastuoso Parque de María Luisa, pero no tenía tiempo para entrar en el Museo Arqueológico, ¡hay tantas cosas que ver!


La Torre del Oro, a su lado "desembarcan" de continuo un autocar tras otro repleto de turistas.


Su recoleta Plaza de Toros La Maestranza, no es lo mío el mundo taurino pero no podía pasar sin verla.



Hay otras muchas plazas preciosas, y también lugares donde refrescarse disfrutando de un ambiente fenomenal. ¡Ole por sus tabernas y taberneros! Un poco carillo el vino pero se disfruta si se conoce un poco.
¡Por San Daniel que son estupendas las abacerías de esta tierra!




Con el turismo de masas me mezclo poco, lo justo para hacer alguna foto aquí y allá. Impresionante La Giralda con su victoriosa estatua en lo más alto.


Como fueron pocos días procuré mezclar un poco la vida en el centro con la de barrio, en este caso La Macarena. Estaban ensayando para la cercana Semana Santa y paré con ellos con un buen rato.





Al atardecer otro nuevo recorrido para terminar tomando algo y cenando en La Alameda de Hércules. Hacía bastante fresco a partir de las nueve de la noche. Muy buen ambiente en esta zona de la ciudad.
Hasta la próxima.

Han vuelto los amorcitos, poema

 


Han vuelto los amorcitos

para robar los racimos de mis vides

y tocar mi flauta de chorlitos

para cazar perdices y faisanes.


Volvieron los angelotes

con sus dulces alas

y flechas ardientes

para comer mis uvas

y cazar en las mieses.


Volverán el vino

y las doradas aves

a posarse en tu mesa

cardada de flores.



Que nunca nos falte la poesía.

Sevilla, una visita, 1


 Al fin pude disponer de unos días libres y conocer la ciudad de Sevilla. Impactante.



Por la situación del hotel elegido lo primero ante mis ojos que aparece es La Alameda de Hércules.

Al principio están dos columnas con el símbolo del Reino de León y el lema de Fernando III el Santo: No-do.

Y en el fondo otras dos columnas romanas con las estatuas de Hércules y el emperador Adriano, como un Hércules redivivo. ¡Qué interesante!



A mi lo que me gusta es callejear e ir descubriendo sitios lo más popular y tradicional posible.


Por supuesto me acerqué hasta la catedral y el alcázar, tremenda la cantidad de turistas que había por todas partes, ¡y estamos en el mes de marzo!
Sobre la puerta de entrada al Patio de la Montería destaca un mosaico con el símbolo del Reino de León, y el león lleva en su zarpa derecha la Cruz de La Victoria. Tan asturiana ella. Ni los guías turísticos se percatan del hecho.


Al anochecer me gusta más andar por lugares como La Judería y la Plaza de Santa Cruz. No hay tanto jaleo como por el centro.



Una tarde me acerqué hasta la maravillosa Plaza de España y disfruté de un paseo por la zona a base de bien.


Como no, me fui parando ante los bancos azulejados y fui haciendo fotos aquí y allá. 
Este es el dedicado a Salamanca. La imagen muestra a Cristóbal Colón discutiendo con el profesor De Prima el tamaño del planeta ante una bola del mundo. El profesor tenía razón, el planeta es mucho más grande de lo que Colón suponía, de ahí uno de sus grandes errores y padecimientos en su primer viaje trasatlántico.
¡Atención, terraplanistas! Ya en tiempos de Colón se sabía que La Tierra tiene forma esférica, lo que se ignoraba era sus dimensiones. Habría que esperar a que Juan Sebastián Elcano regresara de las Islas de Las Especias para hacer cálculos más exactos.


Como leonés no podía dejar de buscar el banco dedicado a León y ¡cuidadín! Me encuentro una imagen de una supuesta coronación de un rey de ¡Castilla! como emperador. (Alguien ha rayado lo de Castilla)
El hijo de doña Urraca de castellano tenía menos que nada, su padre era francés y él se crio en Galicia.

Y el verdadero Alfonso VII, rey de León, fue el aragonés Alfonso el Batallador, que ejerció como tal hasta que un obispo de Roma le anuló el matrimonio con doña Urraca, la cuarta reina con ese nombre, por cierto, no la primera.
Todo está lleno de errores, pues humanos somos y continuemos...


Como Veterano de la O.J.E. no podía marchar de allí sin buscar la imagen de San Fernando, representado en un trono con dos arzobispos a los lados, Toledo y Sevilla. Y su lema: No-Do, nudo, unión.
Otro día pondré más fotos de Sevilla, confío en que os gusten.

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