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A porta gayola


A porta gayola


Esperando La Noche de San Juan con nuestros fuegos artificiales, amorosos tan diferentes a los que tiran al otro lado del Mare Nostrum, estamos los vecinos del Barrio Húmedo, gozosos pero casi empantanados con tanto turismo de guiris.

¿De dónde sale tanta gente? ¿No están a gusto en sus casas?

Y qué caro se ha puesto todo...



1.000 pelas por dos claretes me parece excesivo, que las camareras cobran sueldos de semiesclavitud. ¿Pisos turísticos? A porrón. ¿Alguien que no esté muy borracho puede dormir en un antro semejante?

Beban agua, vecinos, y así nos mantendremos húmedos y sobrios ante la llegada de los foráneos, que lo que se viene es ardiente.



Nos gusta ver gente, caras diferentes cada día, de todos los colores de piel, aunque hablen lenguas extrañas, finlandés o lo que sea. Escucho a dos cocineros hablando Aimara, y como les veo cada poco... ¡como si les entendiera!

Este es un mundo de mezcolanza, mestizaje, batiburrillo y cambalache. Todos somos hijos de Dios pero... ¡vaya jaleos se preparan!



Me siento en una terraza y enciendo un cigarrillo para bajar el trago que estoy pasando; miradas caníbales me caen por las dos alas; pasa un coche, una furgoneta, otro coche, una moto echando pestilencia y ni se inmutan mis asentados prójimos. Todas sus flechas van directas a mi espalda; no importa, llevo colgado una copia del escudo del Capitán América.



Son de esperar mayores emigraciones entre continentes mientras La Humanidad permanezca en un tan bajo nivel de conciencia y adolescencia espiritual. Serán décadas prodigiosas y la lengua española se hablará y escribirá por más de 1.000 millones de terrícolas.



 Así pues: capote y A Porta Gayola.


La purga


La purga


Veo como los turistas caminan por las calles del barrio con el móvil en la mano, para orientarse.

No preguntan a los vecinos, ¿porqué? ¿Acaso tienen miedo de nosotros?

En ocasiones me ha ocurrido que me encuentro con el mismo guiri por tercera vez, y me animo a preguntarle: ¿qué busca, hombre?, resulta que es de la provincia de Badajoz.



¡Ah, un piso franco!.Y le acompaño hasta la puerta.

Con las despedidas de soltera no me atrevo, las dejo que anden por las calles con sus maletas de ruedas y sus disfraces atroces, que en el pecado tienen la penitencia.

Es lo que tienen las humedades.



Voy a echar otro currículum a las I.A., por si necesitan gente para hacer de plantón, de relleno, en mitines políticos o visitas ministeriales. Los jubilados aguantamos mucho, horas y horas sin hacer nada. Y si hay que aplaudir se aplaude, ¿cómo no? ¡Qué importa el momio que tengamos delante soltando chorradas!

Eso sí, yo no les saldré barato, que mi tiempo es dorado y sus discursos caca de la vaca. Estoy abierto a negociar: si hay bocadillo el mío que sea de jamón de pata negra, recién cortado, y nada de chuscos, que la mili ya me queda muy atrás.



Hay que purgar la bomba para valdear la política española y la judicatura. El agua hará el trabajo.

La gente se va empobreciendo progresivamente, de año en año. Y no paran de llegar pobres de todo el mundo, por millares y millares. En un nuevo año debería ser yo capaz de imaginar un nuevo barrio, pero cada año somos menos vecinos, hay que dejar sitio al turismo. Una nueva ciudad, pero cada año se marcha más gente joven a otros lares. ¿Una nueva región autónoma? ¿El estado?



Si el edificio ya tiene fallas en la base: los vecinos mejor no levantar más plantas encima; tal vez sería mejor desmontar algunas: por ejemplo las diputaciones provinciales o las juntas regionales.

¿Para qué esa duplicidad? Aparte de para freir a impuestos a los vecinos y sus empresas.

Un exceso de administración, siempre poco eficiente, es un desastre terrible para la salud económica de la nación. En mi opinión habría que purgarla.


Intangible

Intangible Cambios en el planeta natural. Amores luminosos, cariñitos pasajeros, que pasan por este mundo viajeros, peregrinos de Lo Inta...