Estamos echando barriga
Hola, hola, mis panzudos amigos, ¿qué tal va todo?
¿También usted?
Observo, aunque siga aplatanado, que mis parroquianos y otros venidos de otros lugares estamos echando unas barrigas impresionantes, pletóricas, ¡a reventar camisas y pantalones!
Barrigas estomacales y también tripas cerveceras. Espeluznantes, ¿y eso porqué?
Parece que tuviéramos una pelota de baloncesto en vez de estómago.
¿Qué está pasando con nuestras conciencias?
Todas las buenas esposas saben que al español se le gana por el estómago, pero... ¿tanto comemos?, ¿y qué será lo que estamos engullendo?
Tragones, no perdonáis una tapa en un bar cualquiera, un pinchito gratis, no; todo pa´l buche.
¿Avidez? ¿O es por otra causa?¿No estarán actuando sobre nosotros utilizando extrañas tecnologías?
Es que no ganamos en peso, apenas, ganamos en volumen, bastante. ¿Será por la masa madre o por el desmadre padre? ¿No se siente usted hinchado? ¿Le cuesta entrar en los pantalones? ¿Abrochar los botones de las camisas del año pasado?
Le diré un truco: saque la lengua fuera, sí, con el hueco que esta deja libre conseguirá abotonar ese último tormento redondo.
No se sienta usted atrancado, ¡saque pecho, pardiez! Y la lengua si es menester, camine derecho, siéntase grande, querido, amado; pero sin olvidar que donde hay miel siempre aparecen los moscones: los envidiosos flacuchos y paliduchos.
Protéjase, que la codicia y la avaricia son muy malas consejeras.
No permita que le bloqueen, que tengan su cerebro controlado, que le obliguen a llevar una vida servil y vana. No coma cualquier cosa y sin pensar, poco y variado es lo mas aconsejable.
Nuestra barriga nos está diciendo algo alto y claro: ¡nos están machacando!
¿Se dan cuenta? Incluso el sol está extraño.