Maduración
Hola amigos, sigamos con buena actitud aunque caigan chuzos de punta.
Es tiempo de truchas y perdices, las primeras rellenas de jamón y las segundas confitadas.
Son delicias que nos legaron nuestros mayores para nuestro provecho, y sigamos asando castañas.
Somos animales de costumbres y no deberíamos perder las buenas, que las malas ya se caerán ellas solas.
Pimientos asados..., yo podría estar comiéndolos casi a diario.
Los hombres necesitamos algo picante en nuestras vidas, que el dulzor ya lo tienen las mujeres. ¿No?
¿Qué usted no...?, pues ándele a las... truchas, y con las piernas bien, bien, abiertas.
A este paso no maduramos pues ni comemos ni sorbemos, y con las ansias nos quedamos.
¿Si hoy tuviera usted que comer a plato único qué se haría?
¿Y mañana?, ¿y pasado mañana? En lo que ha tardado usted en escuchar (leer) esto una mujer ya ha pensado el recetario para 15 días. O más.
Ni evolución ni porras, somos diferentes; así es la cosa en sí.
Yo observo, y espero no estar equivocado, que la humanidad está sufriendo un cambio similar al que yo tuve cuando pasé de los pantalones cortos y el pelo a flequillo a los pantalones largos y la raya a un lado. (Después me comenzó a salir bigote, y también a mis amigas; pero eso es ya otra historia)
Es algo progresivo, no de un día para otro, y no todas las comunidades van igual de rápidas.
Hay que ir madurando un poco y dejando atrás muchas cosas.
Ya nos hemos subido a la bicicleta, chachis; ahora toca dar pedales y subir las cuestas que haya por delante, ascender. Eso es la cosa en sí.