Continuo recordando con fotos el recorrido que hice en el verano del año 2.011.
Después de un buen descanso en El Caminante salgo temprano de Santa Catalina de Somoza para andar un rato y a ver hasta dónde llego.
En El Ganso me acoplo a un par de señoras muy andarinas y tras ellas, a buen paso, llego a Rabanal del Camino.
Estuve un rato charlando con Isabel y me hizo esta foto de recuerdo. Si se fijan, a la derecha y encima del libro de firmas y recuerdos había una cabina de teléfonos, de los de echar moneda. ¡Qué recuerdos! de cuando no llevábamos el móvil encima y llamabas a casa una vez al día. El día que te acordabas.
No puede más y le ayudo a buscar alojamiento en el Hostal y Restaurante Convento de Foncebadón, allí podrá comer y descansar y ya mañana continuarás.
Sigo mi camino, a mi paso, hasta el Mayo del Meco mejor conocido como La Cruz de Ferro, igual tiré una piedra, no recuerdo.
Siguiente parada en Manjarín y aunque no está Tomás en esos momentos paré un buen rato a descansar a la sombra.
De allí parto con un peregrino navarro, un andarín prodigioso, y a buen paso, casi a la carrera pasamos el Puerto de Foncebadón y bajamos a San Miguel.
Encuentro alojamiento en La Posada del Peregrino, que la llevaban unos catalanes, de Tarragona, supermajos y que además cocinaban muy bien. No se hable más, me ducho y bajo a comer, que no estoy para hacer sufrir más a mis piernas.
Ha cambiado de dueño el lugar y ahora se llama La Casa del Peregrino.
Por la tarde me voy a la competencia, que tiene un buen patio a pasar la tarde y leer o escribir un poco.
Una tarde de lujo en el Mesón El Acebo.
Me vuelvo al hotelito a cenar y todavía hay tiempo para ver la puesta de sol y no sé qué más.
A la mañana siguiente sigo bajando, Riego de Ambrós y esta vez no seguí por Las Puentes de Malpaso si no por la normal que baja toda la peña.
Llegando a Molinaseca coincido sobre todo con bicigrinos. De los de entonces, que cargaban con sus alforjas, y nos hacemos las fotos de rigor.
En Molinaseca pillé todo cerrado y no se veía un alma por las calles así que me largo con viento caluroso, pues hacía calor de narices. Era un 19 de junio y hacía calor en El Bierzo. A la salida me acoplo, como buen cicloturista, a un matrimonio de coreanos, más o menos de mi edad, que comandan un grupo de chicos y chicas de poco más de 18 años. Alguno lleva incluso monopatín y se traen un cachondeo de los gordos. El paso por Campo tenía que haberlo grabado en vídeo.
Y voy y me digo... ¿y porqué no parar aquí? Siempre había pasado de largo y tenía pensado seguir al menos hasta Camponaraya. Pero el caso es que me quedo y ponen en la misma habitación de los chicos coreanos. Verás tú, verás qué noche...
Me voy a hacer turismo por Ponferrada y ¡sorpresa! Me encuentro a la chica argentina que se había quedado en Foncebadón, así que toca hacer de guía turístico. La chica había llamado a un taxi para que la bajara a la ciudad y aquí dejaba el Camino de Santiago, que ya volvería otro año bien entrenada. Había comenzado en León el mismo día que yo pero no llegó ni a La Cruz de Ferro. Otra vez será.
Por la tarde me quedo en el albergue echando una mano a los hospitaleros voluntarios, alguno estaba ya fundido y solo llevaba cuatro días en el albergue, y también al matrimonio coreano con los muchachos.
Salí a cenar con uno de los hospitaleros, que curiosamente vivía en Argentina y después nos quedamos tomando chupitos en la ventana de la cocina hasta que se durmieran los angelitos.
¿Que se durmieran? Y un jamón, menos mal que el matrimonio puso en un cuarto a los chicos y en otro a las chicas que si no... Y aún así me parece que no pegué ojo en toda la noche con el cachondeo juvenil. Me prometí a mi mismo no volver a parar en un albergue de estos, tan grandes y llenos de tropa.
Otro día seguiré con más fotos de aquel año.

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