Nosotros, novela de anticipacion

 


Evgueni Zamiatin fue todo un personaje de principios del siglo XX, no solo un estupendo escritor. Al fin conseguí leer una obra suya: Nosotros, que fue publicada en Gran Bretaña allá por 1924, y ¡sin título! Fueron los lectores los que decidieron llamar a su obra maestra Nosotros.



Zamiatin, de buena familia rusa, estudió Ingeniería Naval en San Petersburgo y con sus compañeros de internado se unió a Los Bolcheviques (Bien sabía él de lo que hablaba cuando escribió años más tarde cuentos y novelas)

Detenido, huido a Finlandia, por dos veces. En plena Primera Guerra Mundial publica su obra En el quinto infierno, o En medio de la nada, según la editorial. Que fue censurada por las autoridades zaristas. Por supuesto se unió, el primero de su clase, a la Revolución de 1917, y salió escaldado de la aventura.

Se exilia en Gran Bretaña y publica otra obra impresionante: El pescador de hombres, consiguiendo que Troski le pusiera en primer lugar de su lista negra de escritores. El caso era, como buen ingeniero, ser el primero en todo.

En 1924 le convencen para publicar una especie de diario de un revolucionario futurista, pero sin título ni algo para orientarse. El boca a boca funcionó estupendamente y la novela tendría varias re-ediciones. Finalmente publicada en París obtuvo reconocimiento mundial (y que estuviera prohibida en la URRS hasta su derrumbe final)



Tuvo gran influencia en escritores británicos como Aldoux Husley, Un mundo feliz, y George Orwell, 1984, y también alemanes como Thea Von Harbou, Metrópolis.

Siguió escribiendo y publicando hasta exiliarse finalmente en París, donde murió en la pobreza.



¿La novela?

Zamiatin es el genio de la distopía, su iniciador por así decir, y su obra es de una franqueza y barroquismo brutal. El mundo futuro que nos relata es pura monstruosidad, un Estado Unido (Rodeado por un muro impenetrable) donde se adora al Bienhechor (que es reelegido, a la manera búlgara, cada cinco años) y con un Credo que es un implacable Taylorismo (Toda la vida, no solo la laboral, está regida por la Tabla de las Horas)

El individuo ha sido desechado y tan solo rige un “nosotros” comunista. Las casas son transparentes, para que no haya algo que se pueda ocultar, vigiladas las entradas y salidas por las porteras, al tanto de quien se ve con quienes, y los barrios por Burós de Guardianes, implacables comisarios políticos.

La ciencia y la cultura son únicamente estatales, y la obra cumbre que conservan de la literatura de siglos anteriores es: Horario de los Ferrocarriles. Británicos, supongo, pues cuando se escribió esta novela en Rusia ferrocarriles pocos, pero pocos pocos.

Cada persona es un número, el protagonista es D-503, tiene una amiga íntima O-90 (Con la que se puede ver e intimar en las Horas Personales que les son concedidas) pero... aparece la intrigante I-330, que le impactará tan poderosamente que le hará enfermar. Sí, enfermar, la enfermedad tiene el misterioso nombre de: Alma personal. ¡Le ha nacido una! ¿Qué puede hacer?

El caso, y quiero que lean la novela, es que esta rareza se va haciendo epidemia y el Estado Unido toma cartas en el asunto: todos los números habrán de ser inmunizados y a la mayor brevedad, comenzando por... los niños. Todos tienen que ir a los auditorios (¿Me recuerda esto algo a mí, un leonés de pro?) para someterse a La Gran Operación.

No duele, es tan solo un pinchacito.

¡Viva La Gran Operación!, ¡Viva El Estado Unido!, ¡Viva El Bienhechor!

¡¡Viva!!



Disfruten con esta obra maestra de la literatura, no solo rusa si no mundial.

Ojalá la hubiera leído hace años.


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