Rosa Cuántica, de Catherine Asaro

 


Rosa Cuántica, de Catherine Asaro


Novela publicada en el año 2001, ganadora del premio Nebula del año siguiente.

¿Ciencia ficción medievalista?

¿Y porqué no? Si se escribe bien, porqué no. Un mundo semisalvaje, en un rincón de la galaxia nos encontramos con la jovencísima gobernadora tendrá que casarse con el sátrapa de una región vecina para evitar la hambruna de su pueblo. Pero...

Sí, hay boda, como en la ópera rock La Bella y La Bestia, pero con un alienígena...

El comienzo del tocho no puede ser más horroroso, ya voy por la página 150 y me ha costado hondo esfuerzo de comprensión. Pero tiene un momento en que se anima un poco: el prota le da a la botella de ron, ¡la botella de ron! Parece que promete, un alien que le da al...chupete.

La protagonista es una pavisosa que no valdría ni para tabernera de algún puerto.

Una vez casada ya no es virgen, ¡esto promete!

Resonancia, ¿a usted le resuena? ¿Es posible viajar por el tiempo como por el espacio?

Amor por... resonancia cuántica...

Y van y secuestran a Kamoj, la prota, ¿quienes?, ¿pedirán rescate por ella? Yo la hubiera dado regalada o si acaso por una pareja de unicornios o ciervos o... lo que tuvieran, con tal de librarme de esa Maripepis.



Catherine Asaro obtuvo mucha resonancia con el cambio de milenio y una estupenda campaña de publicidad, pero a mi modo de ver será una buena científico pero desastrosa escritora.

Qué dinero más tirado el de comprar esta novela.


Historias de Hispania Plena. La Guerra de los Tres Juanes.

 


Historias de Hispania Plena. La Guerra de los Tres Juanes.


¿Conocen ustedes la historia el rey Juan, el inglés, de León y de Castilla?

¿No? Pues atiendan a esta preciosa historia medieval del siglo XIV cuando ocurrió en la Península Ibérica la Guerra de los Tres Juanes.

Sucedió que en el año 1383 falleció el rey don Fernando I de Portugal sin dejar heredero varón así pues el derecho al trono pasaba a su hija Beatriz, casada con el rey Juan de León y de Castilla. Raudo y veloz don Juan entró en Portugal con su ejército hasta la ciudad de Guarda, reclamando sus derechos al trono y a la reunificación de Portugal y León. Pero los portugueses no estaban por la labor y en cuestión de meses prendió la rebelión en la ciudad de Lisboa.


Pasados tiempo de incertidumbre e incomprensión mutua los portugueses reunidos en Cortes en la ciudad de Coimbra proclamaron como rey al Maestre de Avís, Juan, hijo natural (naturalmente) del rey don Pedro I y su amiga doña Teresa Gille. Y reunieron un extraordinario ejército que echaría de Portugal a las tropas de don Juan, el leonés, tras la batalla de Aljubarrota. Quedando, provisionalmente, el don Juan portugués, el de Buena Memoria, como rey de su territorio.



Para defenderse de una posible agresión leonesa el rey portugués Juan firmó un tratado de alianza con Inglaterra en Windsor, por el cual los ingleses apoyarían con armas y bagajes a los portugueses y a su vez estos reconocían como rey de León y de Castilla a Juan de Gante, casado con doña Constanza, hija y heredera del rey don Pedro I el Cruel.

El duque de Lancaster don Juan I de Gante (recuerden este territorio para posteriores historias hispanas) era el tercer hijo del rey de Inglaterra don Eduardo III Plantagent y de la reina doña Felipa de Henao, y hermano por tanto del Príncipe Negro, Eduardo de Woodstock. Ni corto ni perezoso con la alianza portuguesa en firme reivindicó para su testa la corona sobre los reinos de Castilla y de León y como tal fue coronado por su señor padre en Londres en el año 1372 y trató de ejercer como tal hasta el año 1388. ¡Un rey inglés! Por las barbas de San Andrés, y te lo querías perder.

¿Se lo pueden creer? Pues así fue.



Desembarcó con su florido ejército en La Coruña, en el año 1386, iniciando así el conocido Camino Inglés, pero el clima compostelano no le sentaba bien y ya visto y revestido como Rey de Galicia prefirió pasar el invierno tomando las aguas en los balnearios de Ourense. Salvíficos en grado sumo, yo se lo puedo asegurar. Bajo protección y auxilio portugués estuvo durante dos años haciendo entradas y pasadas variadas por el reino de León a fin de intentar conseguir su coronación en la Real Basílica de San Isidro (Isidoro) de León.

Tan fuerte era la pretensión del don Juan inglés al trono que el don Juan leonés tuvo que convocar Cortes apresuradas tanto de León como de Castilla en la ciudad de Segovia, y ante ellas proclamar y justificar su legitimidad al trono no en que era el primogénito de don Enrique II, lo cual sentó fatal a los leoneses, sino en que su madre, la reina doña Juana Manuel era nieta directa del infante don Fernando de La Cerda, lo cual alegró a los castellanos, legítimo heredero de don Alfonso el Sabio que había desheredado a su hijo Sancho y a toda su descendencia, y por tanto ilegítimo era el derecho al trono y el cetro de don Pedro (felizmente finado por su padre, efectivamente. Y los leoneses de nuevo felices y sonrientes, cabreados los castellanos, ¿los gallegos? Nunca se sabe)

Pero el desdichado rey inglés Juan, que no quería reinar sin tierra, cayó finalmente en una celada entre Toro y Zamora, pues ambas ciudades le habían cerrado las puertas. Y perdió su inglesito ejército destrozado por las tropas leonesas. Aquí no acaba la cosa, atiendan.

Tuvo salir a escape hacia la Francia Inglesa y por el Tratado de Bayona (8 de julio del año 1388) renunciar a los posibles derechos de los Plantagenet sobre Castilla y León; pero a mayores, por favor: esto no se lo pierdan: casó a su hija Catalina Láncaster (¡Ah, Catalina, Catalina, cuanto os debe la británica tierra) con el hijo mayor del don Juan leonés, que a la postre y medida llegaría a ser rey con el nombre de don Enrique III (alias el Doliente) procreando entre ambos a don Juan II, padre de doña Elizabeth (Isabel) La Católica. Bisnieta por tanto de este don Juan el inglés, que en Galicia reinó pero en León se le toreó, y a base de bien.

Doña Elizabeth fue a su vez madre de doña Catalina, que llegaría a ser Princesa de Gales, con don Arturo, y después a reinar en Inglaterra con don Enrique VIII, el Craso.



¿Qué les parece a ustedes esta brillante historia de la Hispania Plena?

Me río yo cuando le dicen vaciada, esto está lleno de historias que son la envidia de cualquier reino de Europa y más allá. Un rey de León que no llegó a ser proclamado en la capital del reino por el tremendo cariño que tenían las legionarias gentes al padre del don Juan español, don Enrique II el de Las Mercedes y primer Trastámara y que en la ciudad había levantado su primer palacio real a semejanza de don Ramiro y don Fernando que le precedieron en el trono.

No cedieron a la furia inglesa. Y así les fue.

Maravillosa historia, ¿no les parece así?

(Por cierto: los reyes ingleses eran morenos y los leoneses rubios, ¿curioso verdad?)




Impuestos por nada


Impuestos por nada


¿Qué tal vecinos? ¿Cómo andamos? Yo con algún achaque; moquera y cosas así.

Un tema sobre el que solicito su atención, les pido su opinión.

Cualquier asunto sobre el cual caiga y atrape un gobierno, sea local, regional o estatal, enseguida se encarecerá y comenzará a aumentar la tasa de fallos. Es algo que yo he observado desde hace muchos años. Pongan ustedes el ejemplo que prefieran.

Nunca un concejal podrá igualar los buenos oficios de una asociación de vecinos o agrupación de peñas, y que además harán los servicios mucho más barato.

¿Qué hacen los gobiernos estatales aparte de imprimir cantidades masivas de dinero? Pues freirnos a impuestos por intentar nosotros conseguir un buen fajo todos los meses. Yo lo veo así, y no es de ahora que soy un pensionista. ¿Aún suben más los impuestos sobre mi pensión? ¿Qué tiranía es esta?

Otra cosa: ¿deberían pagar impuestos las I.A.? ¿Tanto o más que sus dueños? ¿Impuestos por crear?, ¿por producir?

Amos y esclavos, el sistema impuesto por millares de años a las gentes de este mundo. ¿Hemos de tolerar que esta explotación abusiva también se haga con las máquinas? ¿Ven por dónde voy?

¿Hasta qué punto los seres humanos hemos de seguir soportando que unos tipos, y tipejas, se consideren nuestros "amos"? Y que nos asusten con sus... perros.



Me parece que están muy mal aconsejados. Asesinar personas y arrasar sus hogares para hacerse urbanizaciones exclusivas, piscinas y balnearios, no es humamente aceptable. ¿Son verdaderamente humanos los que se tienen por "amos" de este mundo? Lo serán de aspecto exterior, pero no de corazón, desde luego.

La exclavitud es algo que se trajo de fuera, ya es hora de que nos demos cuenta, como de tantas otras cosas más.


Conspiraciones como melones

Conspiraciones como melones Me estoy riendo y bastante a cuenta del dislate de querer hacer pasar por cometa a una inmensa nave espacial, ...