Sombreros de cucurucho
Hola mis amigos, ideas simpáticas para de aquí en adelante. Que no es bueno añadir gasolina al fuego.
Opino que tal vez las chicas deberían volver a lucir unos lindos sombreros de cucurucho medieval sobre sus brillantes cabezas, recién salidas de la peluquería. Sobre todo las bajitas regordetas.
¿A qué me recuerdan?
Cada año que pasa resulta mas difícil hacer sonreír a las chicas, deslavazadas bellezas que en tan poco se consideran, se dan a valer, ¡y son hadas! Verdaderas, no necesitan baritas mágicas.
Hoy día la gente se ha hecho tan obediente a las directrices de los gobernantes... municipales, regionales, estatales, etc., que yo ya tan solo confío en las chicas.
En su rebeldía natural, en su inventiva inagotable. En su capacidad de mutar de una cosa a otra diferente.
Los parroquianos estamos adocenados, obedientes en grado absurdo. Yo soy un pensionista y no estoy para dar lecciones a nadie; yo hago observaciones y las escribo mientras veo a los albañiles trabajando en las obras.
Está todo muy parado, artificialmente quieto. No espabilamos y tenemos las conciencias aplatanadas. Serán cosas de la Matriz cambiante pues un día subo al tren y 300 kilómetros me parecen pocos y a la semana siguiente apenas salgo a las afueras y ya estoy deseando volver a casa.
¿A usted le pasa algo así?
Más Efecto Huysmans me parece a mí, pues para un jubilado todos los días son... domingo.
En cierta ocasión estuve por comprar un cucurucho de esos en una tienda de disfraces, para cuando me pongo a discurrir y escribir, sí. Pero no paraba de darme la risa y tuve que dejarlo en la estantería. Tenía estrellitas y era muy chulo, pero en fin, no sé, igual un día me animo y...
Igual me conecto con... la novena dimensión...