Dulcinea morenita


Dulcinea morenita


Estepas resecas y ciudades contaminadas, ¿a quién beneficia?

A quienes se quejan de que llueva teniendo asegurado el llenado de sus piscinas.

¿Porqué cambian la hora pero no el calendario? ¿A quien beneficia? A los mismos de las piscinas.

¡Es por el precio de la luz...!


Luz somos nosotros y nacemos tras un fogonazo, nuestro personal Big Bang; el mío fue hace más de 66 años. Somos seres luminosos, espesamente materiales, húmedos; excepto cuando dormimos que entonces “el seco” se nos va de... picos pardos.

Algunos eruditos sostienen que La Realidad Material es ilusoria, holográfica, podría ser...

¡pero anda tú que la Inmaterial!

¿Quien no ha tenido sueños escabrosos? Lujuriosos incluso. Vamos, que bien pensado La Luz da para mucho, como La Literatura. Les paso un cuento:


Había una mesa libre lejos de las cámaras de vigilancia, sus negros ojazos barrían como focos infrarrojos el local.

¿Menú peregrino?

Me senté y pedí amor, me puso callos y almejas al vino blanco. Que ninguna se lo tome como algo personal, no estaban mal. Su compañera quiso arreglar el desaguisado y me sirvió tarta de almendra borracha, muy borracha. Bien, bueno, me la zampé porque ya me daba todo igual.

¿Le hago la cuenta?

¡Si yo les contara lo que hago!



Ya no quedan Dulcineas y yo sigo siendo un extravagante sin éxito material.

Los mesones y abacerías actuales, de pueblo, ya no están bajo la advocación, no muestran imágenes, de San Daniel, profeta. Hace años yo me sentía en ellos como en casa, solo tenía que mirar las estampitas de mi tocayo y sentirme rodeado por los míos, aunque rugieran.



A partir de ahora tendré que llevar en la cartera una imagen de la virgen de santa marta cuando ande de pueblos. Y en el bolso muchos Ronchitos, caramelos exquisitos, para endulzar dulcineas, y además insistirles bastante en lo bien que les quedan las pelucas, e incluso el mandil sobre su ropa colorista, y no asombrarme de que lleven más oro en muñecas y dedos y pendientes que la princesa de Dinamarca en su corona.

Son chicas materialistas, morenitas, que prefieren los valores... tangibles. Ya no quedan Dulcineas como las de antes.


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