Entendimiento
Hola de nuevo y que no pare el buen rollo que tenemos, ¿verdad?
¿Hoy qué prefiere de tapa?
Me pregunta, inquiere, la camarera de un mesón del barrio. (deslumbrante Dulcinea)
¿Un tigre o una pantera?
¿Cómo... ? ¿Tengo yo acaso cara de necesitado?
Algo picante, sí, necesito algo picante que me alegre la vida.
Y se da la vuelta y agacha enseñándome la parte superior de unas finísimas braguitas de color rojo...
¿Quién puede entender a las mujeres?
Sócrates ni lo intentó en toda su larga vida; consideraba a su joven esposa y madre de sus tres hijos su alter ego, tanto en lo carnal como en lo espiritual. Y si ella se enfadaba un día por una nimiedad, bueno, ¿y qué?. Así son ellas.
Tigre, sí, prefiero tigre porque para panteras ya no tengo cuerpo...
Y los conejos a la cazadora, con mucha zanahoria.
A Sócrates le gustaba salir de la ciudad todas las tardes, a pasear por los montes con sus jóvenes amigos; era un tipo peripatético, discurría sobre la marcha, pero al volver a casa le gustaba que la mesa ya estuviera puesta para cenar.
¿Somos los hombres tan difíciles de entender?
Si Sócrates solo tuvo tres hijos es porque se casó ya algo mayor, ¿qué es lo que no se entiende?
Es que este hombre sabio pensaba mucho...
Ya, y su esposa diez veces más. Que el tipo nunca se fue a la cama con el estómago vacío.
Conócete a ti mismo. Eso.
Y deja a las mujeres al albur de las Tres Moiras, que entre ellas ya se entienden.
¿Verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario