Añoranzas
Hola, hola, pajaritos sin cola, ¿qué tal están?
En ocasiones yo también tengo añoranzas de la vieja Matriz 3D, que se está desmoronando.
Los alquimistas, ¿les suena ese nombre? Con sus retortas siempre calientes buscando conseguir el Vitriolo. O buscando por los montes la Fuente de la Eterna Juventud.
¿Convertir el plomo en oro?
Eso era para complacer a las Casas Comerciales, siempre ávidas de más y más riquezas, palacios cada vez más grandes.
La verdadera riqueza es la sabiduría, y no se puede guardar en anillos y talismanes, en cosas materiales. La Sofía es libre como el viento.
Se supone que la práctica alquímica se inició en el Egipto Helénico y no desapareció tras la caída de Cleopatra, sino que pasó a Europa. Básicamente: eran personas que se pasaban los días fundiendo metales y haciendo artesanías con ellos, lo demás son cuentos y bisutería.
El oro era el material mas apreciado por los Reyes de Egipto; sus sucesores romanos y bárbaros siguieron con la misma fascinación.
¡Más oro, chacho!
Pulseras, pendientes, cadenas, brazaletes, de todo. Los alquimistas, los auténticos, ya intuían que todo lo percibido está compuesto por dos cosas: materia y espíritu. Calentando el asunto, y sus cabezas también (de tanto discurrir) llegaron a conseguir los “licores espirituosos”, o sea el glorioso Aguardiente. Con hierbas del campo puede llegar a ser algo genial.
¿No les parece?
No dieron con el Vitriolo, los viejos alquimistas, pero sí con el vidrio para transportar los espirituosos. ¿Apetece un chupito? Pero después de comer, ¿de acuerdo? Nada con el estómago vacío.
Con este invento consiguieron que muchos farsantes, espagiristas nada más, resbalasen sobre la Piedra Filosofal, y se dieran unos buenos castañazos. No eran pájaros sin cola y no sabían comunicarse entre ellos sin hablar y escribir.
Hoy día tenemos oro por todas partes, está en casi todos los aparatos electrónicos que utilizamos, pero la sabiduría escasea como nunca. ¿Porqué será mis materialistas amigos?
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