Andamos a saltos, como los sapos
Hola amigos, bendita primavera que tanto la sangre nos altera.
¿Tiene usted algo rico que llevarse a la boca? ¿Sí?
Pues dígalo alto y claro, con desparpajo. ¡Me estoy comiendo unos...!
Qué tiempos estamos viviendo, que llega La Luz y se esconden en las cavernas.
Siembran, ciertos grupos de interés, inquietud por todos los medios a su alcance y en mucha gente crece la angustia, sin saber el porqué.
¿Son ustedes conscientes de sus carencias y miedos interiores? ¿Qué es lo que están esperando? ¿Qué se desborde el río?
¿Porqué van como las truchas a su querencia buscando cuevas entre las piedras del río?
Hay muchos mosquitos ahí fuera. ¿No los ha probado aún?
Dicen los “expertos” que están muy buenos, y los grillos también.
Yo prefiero a las langostas; bueno, con una al año me vale, que no me da para más la pensión.
Cambiando de tema: lo que hoy día denominamos Ciencia, oficial, (a mí me cabe en un dedal) es una nebulosa de creencias, la mayoría sin pies ni cabeza (como la del Big Bang) Un ídolo de dorada cabeza y pies de barro.
¿Quién les ha dicho que no podemos ver la otra cara de La Luna? ¿No tienen conciencia propia?
Soñamos que vivimos y cuando despertamos conocemos que nos han soñado.
¿Y eso?
¿Puede usted amar y dejarse amar? ¿Le suena raro?
Esto es como la pescadilla que se muerde la cola, y lo mismo en la tierra que en el cielo. Sí.
Y ahora sapos vuelvan a la cocina y sigan con su tortilla de saltamontes o lo que carallo estuvieran haciendo.
Programados hasta las ancas.
Y después: den unos saltos y salgan hasta la orilla del río y disfruten probando algo natural.
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