Las máscaras del tiempo, de Robert Silverberg

 


Las máscaras del tiempo, de Robert Silverberg


Novela del año 1968, especialmente dedicada a los milenaristas, aquellos que creían que en el año 1999 llegaría ¡El final de los tiempos!

A finales del año 1998 aparece en escena Vornan-19, viajero del futuro, del año 2999 dice venir.

Será Leo Garfield, catedrático de física aplicada quien narre las aventuras del viajero temporal. Apareció en la ciudad de Roma el día de Navidad, en la Plaza de España, desnudo, y comenzará a machacar a las gentes con sus cuentos futuristas.

No, el mundo no se terminará el año siguiente pues él viene del 2999.

El amigo de Leo, Jack, ha trabajado en la obtención de energía libre directamente de los átomos, incluso de un vaso de agua, pero se retiró a tiempo. Había muchos intereses en contra, como le había ocurrido a Nicola Tesla. Jack y su esposa viven en un alejado rancho cerca de la frontera mexicana, y son nudistas. Así pues no prestan atención apenas a las noticias sobre la aparición del viajero del tiempo

En Roma y la mayor parte de las grandes ciudades las gentes claman: ¡Alegraos, el fin está cerca!

Pero ahí está Vornan-19 para decirles que ni fin ni gaitas destempladas.

La llegada del viajero a yankilandia en 1998 será todo un espectáculo y Leo Garfield lo vivirá en primera persona. Como compañero de viaje y por orden del Gobierno.

Primero irán a parar a la estrambótica, y descacharrante, mansión de un multimillonario.

Como Vornan-19 no comprende qué es el capitalismo, ni el comunismo, ni casi nada, a su paso irá provocando una serie de increíbles desastres.

El Gobierno hará la vista gorda, asumiendo y soportando desgracias con tal de que el mundo no se termine.

Y tan solo se les ocurre llevar a Vornan-19 a una casa de putas, tamaño americano, descomunal y aséptica, en la ciudad de Chicago...



No es la mejor novela de Silverberg, entretenida. Da una buena imagen de cómo estaban las cosas en Norteamérica a finales de los años 60 y sus científicos más punteros.


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