Casa de Vida, libro

 


Cuando escribía Los viajes de Ladmis Pan me fueron surgiendo nuevas ideas, para otros relatos. Viajes por el tiempo espacio 8 , ¿y por qué no al antiguo Egipto? A aquella maravillosa civilización.

Acepté el reto, no sabiendo muy bien dónde me metía. ¿A Egipto antiguo?

De acuerdo, pero nos vamos al origen, al origen de lo conocido, poco después del hundimiento de Atlántida y el diluvio. Comenzamos desde cero.



¿Cómo era el territorio por aquel entonces?

Verde, mucho más verde de lo que imaginamos. Y grandes lagos por todas partes.

¿Y las gentes?

Negras, muy negras. Gentes de lo que hoy llamamos Sudán, Chad, Malí, para que nos hagamos una idea.



¿Y cómo comenzó todo este ímpetu por construir cada vez cosas más grandes?

Todo nació con El Radiante y su Casa de Vida, a partir de él la vida humana en las orillas del gran río no tendría vuelta atrás. Nacería una radiante cultura y prodigiosa civilización.

Eso sí, recibió buenas ayudas de unos tipos a los que yo denominé: “los hombres fuertes”, blanquitos ellos. Le llevarán río abajo a conocer la inmensa estatua del Rey León, y el templo que construyeron a sus pies. (Hoy día enterrado bajo las arenas)



También recibió alguna manita de seres del espacio, pero poco le podían decir. Todavía coleaba una terrible guerra en el sistema solar, y aquí abajo tan solo nos habían dejado piedras. Piedras enormes y redondas. Petrificados.

Casa de Vida, posiblemente el mejor relato que he escrito en mi vida.



Se acompaña de cuentos como Viaje inaugural a la luna Titan. Saturno os ama.

Un viaje en un tren del futuro, trenes que viajan a gran velocidad por el sistema solar. ¿Lo pasa usted a creer?

Nos hundimos.



El especialista en salir a flote es Loot, y en el relato En la flor de la vida se supera y multiplica maravillosamente. Y también su esposa, la Portadora de la Lanza.

¡Ah, cuando llegamos a ser sesenta y cinco mil quinientos treinta y seis! ¡¡Qué experiencia prodigiosa!!

¿Y qué pasó entonces?

Pues nada, que Noer empezó a decir que iba a diluviar, no a llover, ¡a diluviar!

Y nos cargamos los bosques del Líbano para construir el tetraedro.

¿Tetra...? ¿Esa montaña de maderas?

No se hundirá, te lo aseguro, no nos vamos a hundir por mas que llueva, ¡ja!

Vete a dar de comer a la pareja de elefantes, anda, pesao.



No podía cerrar el tema de los viajes temporales sin regresar a los tiempos de Octaviano, el augusto. ¡Qué pesaos con este tema y días! 

Escribí La decisión del decurión, Las doce estrellas, para dar por zanjado, de mi parte, este rollo y rollos variados sobre qué ocurrió en oriente medio durante su principado.

Disfruten con su lectura.





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