La antigua serpiente se arrastraba entre los helechos y pinares del mundo aún joven. La joven doncella y sus cuatro mejores amigas caminaban presurosas a la puesta del sol. A ver la vieja enemiga del hombre escondida bajo un rosal con una buena estaca la doncella su cabeza aplastó. Tomando las rosas del arbusto florido ella y sus amigas su cabeza adornó y un perfume prodigioso la tierra cubrió.
Amable doncella ¡gracias por tu noble acción! Que para ti y tus compañeras se llenen los caminos de amor, y, vosotros, hombres cansinos, levantaos y caminar sin temor; ya la tierra está limpia y pura y nace una nueva ilusión.
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