Continuando con mis recuerdos del Jacobeo 1999 mediante unas diapositivas escaneadas. Recuerdo con agrado Fromista, donde al llegar en primer lugar de toda la tropa peregrina me pasé el día ayudando a la hospitalera en el continuo trajín del albergue.
Había que cambiar las bombonas de butano, pues se cambian y en paz. La noche fue desagradable pues el albergue municipal se encuentra muy cercano de un templo y las campanas daban las horas, las medias horas, los cuartos... A las seis de la mañana ya no debía quedar un peregrino en el refugio.
Parada para conocer la extraordinaria iglesia de Villalcázar de Sirga, Nuestra Señora La Blanca, donde un voluntario me contó el templo y su historia con pelos y señales.
En Carrión de los Condes paré en el albergue del cura, su hermana un auténtico encanto; Santa María del Camino es su nombre. Tanto el cura como su hermana me parece que ya fallecieron y ahora lo llevan unas monjas.
Por entonces ya resultaba enojoso el tema de los "coches de apoyo", gente que caminaba sin peso y sus mochilas las llevaba otro en su automovil ¡o furgoneta! Como hacían los alemanes.
También los "jetas", que no tenían nada para echar en el cepillo del albergue y después les veías cenando en el mejor restaurante de Carrión o comprando ropa de senderismo, de las marcas más caras.
La tarde mereció la pena pues fui a conocer el Real Monasterio de San Zoilo. Un lugar muy recomendable para empaparse de Camino de Santiago, y la cafetería del hotel es una pasada.
Al día siguiente nos las prometíamos muy felices pero un súbito cambio en el tiempo me sacudió de lo lindo. Yo había mandado a casa, por Correos, mi estupendo chubasquero, para quitar peso, y tan solo portaba uno muy ligero, de ciclista. Y se puso a llover y frío, frío, frío...
Esas largas rectas se me hicieron interminables,
Al día siguiente me fui a buscar amigos al albergue de Las Carbajalas para hacerles la visita turística a León. La Catedral, San Isidoro y San Marcos, que les gustó sobremanera, en especial su cafetería donde les convidé a tomar lo que quisieran.
En principio era mi despedida, que ya continuaría otro año, que tenía que sobreponerme a la cagarrina, que todos lo entendemos, que...
Que a la mañana siguiente apenas amanecer ya estaba caminando hacia Villar de Mazarife, que todavía me quedaban días de vacaciones. Paré a sellar la credencial en otro lugar inenarrable. el albergue de Jesús. Resultó que yo le conocía de proveer de estupendas patatas a muchos bares de León, en fin, ya pararía otro año en su cochambroso refugio. Ahora tiene montado un hotel, el patatero... un tipo fenomenal.
Paré a dormir en uno de los albergues más curiosos del Camino de Santiago, el de Los Amigos del Camino de Hospital de Órbigo. Unas antiguas escuelas del pueblo, situadas en una chopera a la orilla del río, reconvertidas en refugio. ¡Maravilloso!
Hubo un tormentón de los gordos al anochecer, era un 25 de septiembre, pero en cuanto cesaron los truenos dormimos todos de maravilla. Incluso vimos luciérnagas por las ventanas aquella noche.
Me reencontré con un grupo, con los que había pernoctado en Navarrete y me uní a ellos. Faltaba la norteamericana que había abandonado el Camino en Burgos, y les conté que yo había estado a punto al llegar a León. Ahí me tienen, tan chulo, en el Crucero de Santo Toribio con Astorga a la vista.
Cuanto ha cambido todo esto...
En Astorga otro abandono, un compañero catalán nos dejaba por consejo del mejor fisioterapeuta de la ciudad. Andaba visiblemente cojeando y la lesión podía ir a más si persistía.
Estaban cambiando el entorno de la catedral y el palacio episcopal, todas las calles levantadas. ¿Qué hacermos? Comimos algo y discurrimos...