Historias
de Hispania Plena. La Guerra de los Tres Juanes.
¿Conocen ustedes la historia el rey Juan, el inglés,
de León y de Castilla?
¿No? Pues atiendan a esta preciosa historia medieval
del siglo XIV cuando ocurrió en la Península Ibérica la Guerra de
los Tres Juanes.
Sucedió que en el año 1383 falleció el rey don
Fernando I de Portugal sin dejar heredero varón así pues el derecho
al trono pasaba a su hija Beatriz, casada con el rey Juan de León y
de Castilla. Raudo y veloz don Juan entró en Portugal con su
ejército hasta la ciudad de Guarda, reclamando sus derechos al trono
y a la reunificación de Portugal y León. Pero los portugueses no
estaban por la labor y en cuestión de meses prendió la rebelión en
la ciudad de Lisboa.
Pasados tiempo de incertidumbre e incomprensión mutua
los portugueses reunidos en Cortes en la ciudad de Coimbra
proclamaron como rey al Maestre de Avís, Juan, hijo natural
(naturalmente) del rey don Pedro I y su amiga doña Teresa Gille. Y
reunieron un extraordinario ejército que echaría de Portugal a las
tropas de don Juan, el leonés, tras la batalla de Aljubarrota.
Quedando, provisionalmente, el don Juan portugués, el de Buena
Memoria, como rey de su territorio.
Para defenderse de una posible agresión leonesa el rey
portugués Juan firmó un tratado de alianza con Inglaterra en
Windsor, por el cual los ingleses apoyarían con armas y bagajes a
los portugueses y a su vez estos reconocían como rey de León y de
Castilla a Juan de Gante, casado con doña Constanza, hija y heredera
del rey don Pedro I el Cruel.
El duque de Lancaster don Juan I de Gante (recuerden
este territorio para posteriores historias hispanas) era el tercer
hijo del rey de Inglaterra don Eduardo III Plantagent y de la reina
doña Felipa de Henao, y hermano por tanto del Príncipe Negro,
Eduardo de Woodstock. Ni corto ni perezoso con la alianza portuguesa
en firme reivindicó para su testa la corona sobre los reinos de
Castilla y de León y como tal fue coronado por su señor padre en
Londres en el año 1372 y trató de ejercer como tal hasta el año
1388. ¡Un rey inglés! Por las barbas de San Andrés, y te lo
querías perder.
¿Se lo pueden creer? Pues así fue.
Desembarcó con su florido ejército en La Coruña, en
el año 1386, iniciando así el conocido Camino Inglés, pero el
clima compostelano no le sentaba bien y ya visto y revestido como Rey
de Galicia prefirió pasar el invierno tomando las aguas en los
balnearios de Ourense. Salvíficos en grado sumo, yo se lo puedo
asegurar. Bajo protección y auxilio portugués estuvo durante dos
años haciendo entradas y pasadas variadas por el reino de León a
fin de intentar conseguir su coronación en la Real Basílica de San
Isidro (Isidoro) de León.
Tan fuerte era la pretensión del don Juan inglés al
trono que el don Juan leonés tuvo que convocar Cortes apresuradas
tanto de León como de Castilla en la ciudad de Segovia, y ante ellas
proclamar y justificar su legitimidad al trono no en que era el
primogénito de don Enrique II, lo cual sentó fatal a los leoneses,
sino en que su madre, la reina doña Juana Manuel era nieta directa
del infante don Fernando de La Cerda, lo cual alegró a los
castellanos, legítimo heredero de don Alfonso el Sabio que había
desheredado a su hijo Sancho y a toda su descendencia, y por tanto
ilegítimo era el derecho al trono y el cetro de don Pedro
(felizmente finado por su padre, efectivamente. Y los leoneses de
nuevo felices y sonrientes, cabreados los castellanos, ¿los
gallegos? Nunca se sabe)
Pero el desdichado rey inglés Juan, que no quería
reinar sin tierra, cayó finalmente en una celada entre Toro y
Zamora, pues ambas ciudades le habían cerrado las puertas. Y perdió
su inglesito ejército destrozado por las tropas leonesas. Aquí no
acaba la cosa, atiendan.
Tuvo
salir a escape hacia la Francia Inglesa y por el Tratado de Bayona (8
de julio del año 1388) renunciar a los posibles derechos de los
Plantagenet sobre Castilla y León; pero a mayores, por favor: esto
no se lo pierdan: casó a su hija Catalina Láncaster (¡Ah,
Catalina, Catalina, cuanto os debe la británica tierra) con el hijo
mayor del don Juan leonés, que a la postre y medida llegaría a ser
rey con el nombre de don Enrique III (alias el Doliente) procreando
entre ambos a don Juan II, padre de doña Elizabeth (Isabel) La
Católica. Bisnieta por tanto de este don Juan el inglés, que en
Galicia reinó pero en León se le toreó, y a base de bien.
Doña Elizabeth fue a su vez madre de doña Catalina,
que llegaría a ser Princesa de Gales, con don Arturo, y después a
reinar en Inglaterra con don Enrique VIII, el Craso.
¿Qué les parece a ustedes esta brillante historia de
la Hispania Plena?
Me río yo cuando le dicen vaciada, esto está lleno de
historias que son la envidia de cualquier reino de Europa y más
allá. Un rey de León que no llegó a ser proclamado en la capital
del reino por el tremendo cariño que tenían las legionarias gentes
al padre del don Juan español, don Enrique II el de Las Mercedes y
primer Trastámara y que en la ciudad había levantado su primer
palacio real a semejanza de don Ramiro y don Fernando que le
precedieron en el trono.
No cedieron a la furia inglesa. Y así les fue.
Maravillosa historia, ¿no les parece así?
(Por cierto: los reyes ingleses eran morenos y los leoneses rubios, ¿curioso verdad?)