Indebida influencia
Hola amigos, ¿cómo estamos? Ladran luego cabalgamos.
Hoy me pregunto si con mis charlitas no estaré intentando ejercer una influencia indebida en ustedes.
Desde que me prejubilaron tengo suficiente tiempo libre para dedicarlo a cosas interesantes, como el ajedrez o la filosofía. Pero el ordenador me gana todas las partidas, ¡siempre!, y donde mejor discurro es... en el cuarto de baño.
Así pues, ¿qué hacer?, ¿qué prefiero en estos momentos?, ¿buscarme problemas o algo que me haga sentir eufórico?, ¿hay algo que aún no haya pensado?, ¿que no les haya compartido?
Observo gente atemorizada, en las redes sociales, por la aparición de las I. A. Yo, en cambio, lo encuentro divertido, casi encantador. Ya he hecho alguna chapucilla básica como el cielo de la foto que tengo detrás. Una I. A. me llenó el cielo de nubes sin alterar lo demás. Ya haré más cosas chachipirulis con otras.
¡Ah!, ¿que usted puede perder su trabajo y salario por causa de una de esas cosas?
Tal vez es que no valga gran cosa y sería mejor que se quedase usted en casa, ¡pintando nubes!
O que se lo hagan las I. A., directamente; así usted, rey mío, tendrá mas tiempo libre para dedicarlo a... ¿jugar al ajedrez? ¿filosofar en el retrete?
Yo es algo que ya llevo por delante, lo mío es la anticipación.
No olvide esto: le queda a la vista, en los próximos años, un mar de extrañezas y una singladura apasionante.
Tendrá usted tiempo para pensar en el sentido de la vida y aceptar un amor no posesivo, ¡seguro!
Disfrute... no tendrá nada pero... será feliz.